En el corazón de un jardín secreto, donde los colores se
desvanecían en el crepúsculo, había una bruja llamada Mariposa. Ella era una
esclava de sus propios deseos y pasiones, pero también amaba con todas sus
alas. Mariposa estaba bajo el hechizo de un hombre apasionado y misterioso, que
la había convertido en su amada más preciada. Aunque estaba encadenada a él por
un amor que no podía ser roto, Mariposa sentía una profunda necesidad de ser
más que solo su amante.
Con cada batida de sus alas, Mariposa desplegaba sus
sueños y esperanzas en la forma de maravillosos colores que llenaban el aire.
Pero su libertad era efímera, ya que el hombre que la amaba también la
controlaba. Él había puesto en ella una maldición que la obligaba a volar
siempre hacia él, sin poder elegir su propio camino. A pesar de la opresión, Mariposa
nunca dejó de soñar con la libertad y la independencia.
La luna llena brillaba sobre el jardín, iluminando el
camino de Mariposa hacia el hombre que la amaba. Su corazón palpitaba con cada
paso, ya que sabía que él la esperaba, con sus ojos brillantes y sus brazos
abiertos. Ella volaba hacia él, dejando atrás el sueño de libertad, y se posaba
en sus brazos, sintiendo su calor y su fuerza. Mariposa estaba atrapada en un
amor que la hacía sentirse liberada y encadenada al mismo tiempo.
Cuando la luna menguaba y las estrellas aparecían en el
cielo, Mariposa se sentía más solitaria que nunca. Ella deseaba poder volar
lejos, explorar el mundo y conocer a otros seres como ella. Pero la maldición
persistía, y ella estaba condenada a volar siempre hacia el hombre que la
amaba. A pesar de la tristeza, Mariposa nunca dejó de soñar con la libertad y
la independencia, y esperaba que algún día su sueño se hiciera realidad.