Ojos tristes

 


Tus ojos tristes, que me quieren decir,
amor, pasión o sumisión profunda,
¿por qué velados en sombra y en quimera?
Itzpapálotl cautiva, en tus dudas profundas.


Ojos tristes, ¿ya no quieres estar aquí?
¿O temes que te deje en tu sueño virginal?
Sin mi red de obsidiana que te ciñe,
libre, más huérfana de mis deseos.


Ojos tristes porque ya no verás el alba,
con cuerdas acariciando tu piel canela,
mordazas que prometían libertad falsa,
en ritual de placer que el alma vela.


¿Quieres ser la mujer simple de siempre,
huir del altar mullido de seda blanca?
Ojos tristes rechazas la cadena de mi pasión,
más anhelada al yugo de tu prisión.


Ojos tristes son y serán eternos,
por no tener la libertad de cuerdas,
mordazas, cadenas en tu alma interna,
sacrificio místico que el deseo aferra.


Ojos tristes porque ya no sentirás,
mi cuerpo calentando el tuyo atado,
expuesto e indefenso a mi pasión carnal,
en éxtasis obscuro, desnudo y agotado.


Ojos tristes, ya no serás libre de espíritu,
al desnudo de tu cuerpo y tu ser profundo,
sin el velo de seda que te aprisiona,
eterna sumisa de mis deseos desenfrenados.


Ojos tristes porque ya no serás mi reina,
sumisa adorada con cuerdas de seda y cadena,
mi mariposa negra, arrogante e indefensa,
voluptuosa y expuesta al sacrificio como princesa.