Mariposa negra, con alas de seda,
tu cuerpo arde de pasión, como una llama que crece.
Tu piel, suave como el terciopelo, me invita a tocar,
y el olor a vainilla que emanas, es un perfume que embriaga y fascina.
En el juego del amor, te entregas sin reservas,
a las cadenas que te atan, a las cuerdas que te rodean.
La sumisión es tu juego, y en él, te encuentras libre,
un contraste que solo tú puedes entender, un misterio que solo tú puedes
desentrañar.
Tus ojos negros, como dos estrellas en la noche,
brillan con intensidad, y reflejan el fuego que arde en tu alma.
Tu cabello, rebelde y salvaje, como una tormenta que azota,
Tus labios, delgados y sensuales, como una promesa de placer y de pasión.
En la desnudez, te encuentras completa,
sin adornos, sin máscaras, solo tú, en tu esencia más pura.
Las ataduras que te rodean, no te aprisionan,
sino que te liberan, te permiten ser tú misma, sin restricciones ni límites.
Mariposa negra, eres un misterio, un enigma,
una criatura de la noche, que solo se revela en la oscuridad.
Pero en tu oscuridad, hay una luz, una llama que arde,
una pasión que te consume, y que te hace vivir.
En tu sumisión, hay una libertad, una entrega,
una rendición a tus deseos, a tus pasiones, a tus instintos.
Y en tus cadenas, hay una sensualidad, un placer,
una excitación que te hace vibrar, que te hace sentir viva.
Mariposa negra, eres un poema, un canto a la sensualidad,
un himno a la pasión, a la libertad, a la entrega.
Eres un misterio, un enigma, una criatura de la noche,
pero en tu oscuridad, hay una luz, una llama que arde, y que te hace brillar.