Rojo Sangre.


A ti, mi mariposa negra, susurro en la penumbra,
de encuentros dulces que la noche nos regala,
tu piel canela se funde con el aire tibio,
y un aroma de vainilla envuelve el deseo callado.

Tu cuerpo, esculpido en ébano, sangre y oro,
se desliza entre sombras de leyendas olvidadas,
envuelta en el halo del misterio chino,
eres la Medusa que perpetúa mi alma en roca ferviente.

Cabello rebelde y rizado, destino indómito,
ocultando tu rostro tras la luna y sus secretos,
enredada en la noche que a mi corazón abraza,
mariposa sutil de alas negras y dulzura fatal.

Me invitas a probar tu néctar de amor obscuro,
un veneno dulce que mana de la eternidad,
en cada beso, la promesa de la inmortalidad,
un lazo invisible que ata nuestras almas sin tiempo.

Tu recuerdo, un suspiro que incendia mis venas,
de cuerpos que se unen en la danza silente,
donde el tiempo es un eco perdido, una sombra,
y nuestras formas eternas son fuego que no muere.

Eres la noche, mi mariposa negra, mi misterio,
en el silencio donde solo tus alas baten fuerte,
tesoro oculto en los pliegues de la oscuridad,
guardiana eterna del secreto que somos nosotros.

Perpetúas en mí la roca donde yace mi ser,
eterna Medusa que petrifica mi tormenta,
y en tu abrazo negro se desvanece el miedo,
mariposa negra, dulce dueño de mi espíritu inquieto.

Así quedamos, inmortalizados en unión sagrada,
el tiempo callado, testigo mudo de nuestro encuentro,
dos cuerpos en uno, dos almas en la sombra,
juntos, para siempre, en el eco del amor oscuro.